"La ciencia humana consiste más en destruir errores que en descubrir verdades."
SOCRATES
¿Acaso no es una torpeza homogenizar, contra viento y marea, a todas las culturas que existen en un territorio nacional? ¿No es preferible respetar las particularidades, y dentro de ellas, aportar programas que apunten a la sana convivencia?
Las prácticas desarrolladas por los pueblos a través de muchos años, además de que deben haber funcionado en algún grado, no se pueden borrar por decreto. Seguramente, quien pretenda tal monstruosidad terminaría por destruir la máquina de la creatividad, apagar las fuerzas culturales heredadas y convertiría en caricatura a aquellos que pretendió ayudar. Sólo pensemos en un individuo que olvida su lengua materna y no aprende un nuevo idioma. Quedaría atrapado en el infierno de la incomunicación. ¿O no?
Cualquiera pensaría que me refiero a los pueblos indígenas. Pues no es así; estoy hablando de una cultura que muchos no quieren admitir que existe en el istmo panameño, hablo de los Diablos Rojos (transporte colectivo de la Ciudad de Panamá). Creo que el problema de los buses de la urbe capitalina va más allá del mero reemplazo del equipo viejo por uno moderno.
En general, no vemos con buenos ojos a los diablos rojos, por eso no aceptamos que son una cultura, porque tendríamos que vernos con otros ojos a nosotros mismos. ¿O es que la diablera colorada aterrizó en nuestro país en una nave marciana? Si los diablos rojos son una cultura, son nuestra cultura.
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