Dos historias se apreciaron el Día de los Difuntos. En una hubo solemnidad, mientras que en la otra dominó el jolgorio que produce el vender.
La romería, encabezada por el presidente Martín Torrijos, mostró honores en las tumbas de Manuel Amador Guerrero y de los Héroes de la Independencia que descansan en el cementerio Amador.
En la parte de afuera del camposanto se observaba un hervidero de gente que ignoraba las bofetadas que le daba el sol a sus caras.
Sandra Milena, colombiana, estaba feliz. Su primer año vendiendo flores fue productivo. Esa suerte no la vivieron Moisés y Gladys, quienes han visto las entradas flojas, porque abunda la libre oferta y demanda. Además, los niños Alino, Luis Antonio y Xavier pintaban tumbas a dos balboas, para comprar con eso ropas para vestirse en las fiestas patrias.
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