Tanta amabilidad me hacía sentir hasta un poco incómoda, pero ¿a quién no le gusta que le traten así? "Hola, bienvenida", "con gusto", "que tenga buen día", frases como estas se escuchan desde que pones un pie en el aeropuerto de Cartagena o Bogotá, y ni decir al recorrer las ciudades.
Personas que a pesar del cansancio, los problemas y tantas otras cosas que le puedan aquejar, siempre tienen una sonrisa y una frase amable para los locales y extranjeros.
Lamentablemente, lo mismo no ocurre en mi querido Panamá y aclaro, esto no quiere decir que ellos sean mejores personas que nosotros, solo es para que tomemos el ejemplo.
"¿Usted es panameño? ¿No?, entonces vaya y forme la fila del otro lado", le dijo tajantemente mientras mascaba chicle una de las trabajadoras, a un extranjero, quien evidentemente estaba confundido sobre dónde tenía que formar la fila para ser revisado por Migración a su llegada a Panamá. Y ni decir del resto de los empleados, quienes tenían como dice mi madre "cara de burro en tren".
Señores, la buena imagen del aeropuerto no solo depende de infraestructura, depende de personas que sepan cómo tratar al público, de gente que disfrute su trabajo, que demuestre que Panamá, así como posee grandes sitios turísticos, tiene calidad humana.
Y eso se nota al llegar al aeropuerto, quienes trabajan allí son la primera cara de Panamá, ya sea porque la persona viene para el país o porque solo está de tránsito; y no puede ser posible que la mayoría de los panameños estén como enojados, aburridos, sin ánimos de nada.
¿Que el trabajo es cansón?, sí lo es, todos lo son y discúlpenme por lo que voy a decir, pero eso simplemente no le importa al viajero. A él lo que le interesa es que lo traten con cordialidad en Panamá, en China o a donde vaya.
Recuerden lo que decía un ministro de Turismo: "Las sonrisas, son gratis".