Es decidida y batalladora. Aunque quedó sin empleo hace un par de años, Egma Ábrego, de 47 años, buscó un humilde trabajo para ganarse unos reales para mantener su hogar.

Desde 1995 vende chichas y empanadas para sacar adelante a sus cuatro hijas, que aún estudian.

Se ubica a diario cerca de la Medicatura Forense. Dice que la clientela ha bajado considerablemente en los últimos años.

"Cuando yo empecé vendiendo se ganaba bastante, ahora mi negocio ha bajado la venta prácticamente", señaló.

Sale de su casa desde las 4 de la madrugada para preparar el producto que venderá durante en día.

Vive en Cerro Batea, su carretilla la guarda cerca de donde trabajaba en un local comercial, donde paga unos 20 balboas.

Esta señora quisiera tener un mejor trabajo. Agregó que está graduada de bachiller en Comercio y que antes trabaja en el Ministerio de Comercio e Industrias, de donde fue despedida.

Pero, aunque las cosas para conseguir otro trabajo están difíciles, no pierde la esperanza de conseguir un trabajo estable; por el momento le ruega a Dios que la ayude a tener más clientes.