Mientras algunos panameños se quejan de que no hay trabajo, otros se las ingenian para adquirir más ganancias.
Este es el caso de Etanislao Solís, de 74 años, quien a pesar de estar jubilado se dedica a vender algodones de azúcar por las calles de la ciudad capital a cincuenta centavos desde hace seis años.
Solís dijo que le encanta servir, por eso trabaja por placer. Dijo que alcanzó jubilarse al laborar en la fábrica de muebles y tiene seis hijos que trabajan.
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