Han sido tres mujeres de las que han abusado sexualmente en este camino de Paso Blanco, Pacora. (Foto: Erick Barrios / EPASA)
Viola Guevara Gallimore
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Su vida cambió. Luz (nombre ficticio) todavía siente el desagradable olor de ese hombre que la deshonró hace un año. Un sujeto sin escrúpulos que se aprovechó de la oscuridad y soledad de la vía principal de Paso Blanco 2, Pacora, para abusar de ella. "Yo venía del trabajo y solo sentí que me taparon la boca y me tiraron al monte", afirmó Luz. Además del trauma psicológico y físico, tuvo que dejar su trabajo, ya que cayó en depresión.
Pero, en su comunidad no es la única que ha pasado por esta situación, sino que dos moradoras más, entre estas, Camila. Contó que un día regresaba del súper, donde compraba víveres para una fiesta que tendrían en su casa, cuando ese hombre, que ambas describen como de baja estatura y usa un abrigo con capucha, arruinó la celebraci y su vida.
Ella tuvo que ir a un psicólogo para poder superar lo sucedido y teme por su hija de 11 años que también recorre ese mismo camino.
Otras moradoras han pasado el susto de su vida, pero sólo ha quedado en robos. Aunque han denunciado este problema ante las autoridades, sólo les queda encomendarse a Dios cada vez que transitan por las calles de Paso Blanco 2.
"Necesitamos que coloquen luminarias para que el camino no sea tan oscuro. También que la Policía vigile el área, no quiero que ninguna otra mujer viva lo que yo viví", concluyó Camila.
Hay otro camino, entrando por La Joya, para ir a la comunidad, pero allá también se dan robos.