Orgulloso de su trabajo. Desde hace tres años, Marcelino Jaén, de 58 años, mejor conocido como "Wiwi", se gana la vida vendiendo periódicos, en otras palabras como canillita.

Todos los días a las 4:30 a.m., "Wiwi" llega al puesto de periódicos de Editora Panamá América (EPASA), ubicado en la Terminal Nacional de Transporte de Albrook, para empezar su faena.

Para este canillita, vender periódicos es un trabajo espectacular, porque prácticamente es su propio jefe. Y es que, a pesar de tener supervisores, rara vez le llaman la atención.

Las ganancias de Marcelino dependen del contenido de los periódicos, pues si las noticias son importantes, las personas los compran más rápido.

Otro aspecto importante para ser un buen vendedor de periódicos es conocer el producto y en eso a "Wiwi" nadie se lo gana, pues antes de empezar a vender, se lee los tres periódicos que vende Editora Panamá América (EPASA): DIAaDIA, Crítica y Panamá América.

Este hábito le trae una anécdota a su mente: una vez, un hombre vestido de saco y corbata se acercó a su puesto y le preguntó por una noticia, al paso Marcelino le hizo una exposición magistral de lo que le interesaba al cliente. Satisfecho, el cliente le pagó el periódico con un billete de B/20.00, y al darle el vuelto se llevó tremenda sorpresa, pues el comprador le dijo que se quedara con el vuelto, porque la información que le había dado le resultó muy valiosa.

63 AñOS DE ESTA FIESTA

De acuerdo con el calendario de la Biblioteca Nacional de Panamá, hoy se conmemora el Día del Canillita. Pero, ¿sabe usted cómo se eligió este día? Cuenta la historia que esta fecha se comenzó a festejar el 7 de noviembre de 1947, en conmemoración de la fecha de muerte de Florencio Sánchez, quien fue un dramaturgo uruguayo y autor de la obra "Canillita". En ese libro se hace alusión a un chico de piernas flacas que vendía diarios. Curiosamente se dice que para este día, en honor a estos trabajadores, no se editaban ni se vendían diarios ni revistas.

FELICIDADES

Al celebrarse hoy el Día de los Canillitas, Marcelino se siente feliz con su trabajo.