ENTRE NOS

M�s viva que nunca


Elizabeth Mu�oz de Lao

La semana pasada escrib� sobre una deliciosa �enfermedad� llamada abuelaz�n. Recib� gran cantidad de comentarios por esa columna, especialmente de abuelas enamoradas de sus nietos.

Cuando la escrib�, yo a�n no era abuela. Hoy lo soy, y el coraz�n no me cabe en el pecho.

Cuando di a luz a mis hijos, fue un momento sublime que viv� tres veces. Pero cuando vi a mi nieto, el coraz�n, literalmente, se me paraliz� por segundos que me parecieron eternos.

Esa personita que lloraba en la cunita transparente de la cl�nica, no solo era parte de m�, sino de esa �nica hija que Dios me regal� y que cristaliz� una vida nueva que le dar� mayor brillo a la luz de nuestro hogar.

Alex Sebasti�n Wilson Lao naci� el 3 de noviembre pasado y ya ocup� su sitial de honor en la familia. Todos estamos pendientes de su llanto, de sus movimientos, de sus muecas. Todos tratamos de buscarle el parecido con sus padres, abuelos, t�os y hasta primos.

Parecen tonter�as cotidianas que se repiten una y otra vez en cada hogar, pero no lo son. En realidad son manifestaciones de amor puro, es la grandeza de la uni�n familiar que se replica con cada miembro nuevo y que se multiplica con cada a�o que pasa.

Pero esto solo se entiende cuando se es abuelo, no antes.

Incluso, cuando a�n no hab�a nacido, le dec�a a mi hija que le ense�ara a llamarme �t�a� porque el t�rmino �abuela� es para viejas.

�Nada m�s lejos de la verdad! �Exijo que me llame abuela porque mientras m�s lo escucho, m�s viva me siento! Bienvenido, Alex Sebasti�n.