El tren de carga que atraviesa México lleva mercancía dentro de sus vagones a la que no dañará el frío o el sol, mientras que fuera lleva huéspedes no invitados: son personas migrantes que transitan de manera irregular desde México con rumbo a los Estados Unidos. Ellos sí pasan frío, calor, hambre y sed. Según ellos, con trabajo duro lograrán cumplir su sueño y la peligrosa travesía será solo una pesadilla.
Cientos de cientos de migrantes, en su mayoría nicaragüenses, salvadoreños y guatemaltecos, se amontonan en los vagones buscando espacio, porque en las esquinas, si te duermes, te caes al vacío.
El tren recorre muchas comunidades pobladas, sin embargo, los viajeros parecen invisibles, pues, aunque se conoce de las desgarradoras historias y vejámenes que ocurren en el paso del tren, como secuestros masivos, extorsiones, violaciones sexuales, asesinatos, entre otros delitos perpetrados por el crimen organizado, estos pasajeros siguen abordándolos poniendo sus vidas en riesgo.
De acuerdo con cifras de la Comisión Nacional de Derechos Humanos en México (CNDH), más de 22,000 migrantes fueron secuestrados y extorsionados en un periodo de 12 meses entre 2009 y 2010.
Otro informe de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos -Informe Especial sobre Secuestro de Migrantes-, indica que las agresiones se dan en un marco de total impunidad y, por lo tanto, de falla del Estado mexicano en su deber de garantizar la vigencia de los derechos humanos en el territorio bajo su jurisdicción.