Un oasis en el desierto


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En la mañana muchos recogieron su mochila y se fueron a las vías del tren.

Foto: Odalis Orozco

  • Un oasis en el desierto

    En la mañana muchos recogieron su mochila y se fueron a las vías del tren.

    Foto: Odalis Orozco

  • Un oasis en el desierto

    Periodista de DÍA a DÍA acompañando en la espera del tren.Foto: Odalis Orozco

  • Un oasis en el desierto

    Estos zapatos fueron dejados atrás, al lanzarse al

  • Un oasis en el desierto

    Fue lanzado del tren por hombres que roban hierro.Foto: Odalis Orozco

  • Un oasis en el desierto

    En el albergue encuentran un sitio para descansar y reponer las energías.

  • Un oasis en el desierto

    Wilman, mientras se calza sus zapatillas regaladas por el jesuíta. /Foto: Odalis Orozco

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    Periodista de DÍA a DÍA acompañando en la espera del tren.Foto: Odalis Orozco

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    Fue lanzado del tren por hombres que roban hierro.Foto: Odalis Orozco

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    Wilman, mientras se calza sus zapatillas regaladas por el jesuíta. /Foto: Odalis Orozco

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    Periodista de DÍA a DÍA acompañando en la espera del tren.Foto: Odalis Orozco

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    Fue lanzado del tren por hombres que roban hierro.Foto: Odalis Orozco

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    En el albergue encuentran un sitio para descansar y reponer las energías.

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    Wilman, mientras se calza sus zapatillas regaladas por el jesuíta. /Foto: Odalis Orozco

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    Foto: Odalis Orozco

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    Periodista de DÍA a DÍA acompañando en la espera del tren.Foto: Odalis Orozco

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    Fue lanzado del tren por hombres que roban hierro.Foto: Odalis Orozco

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    En el albergue encuentran un sitio para descansar y reponer las energías.

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    Wilman, mientras se calza sus zapatillas regaladas por el jesuíta. /Foto: Odalis Orozco

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    Foto: Odalis Orozco

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    Periodista de DÍA a DÍA acompañando en la espera del tren.Foto: Odalis Orozco

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    Fue lanzado del tren por hombres que roban hierro.Foto: Odalis Orozco

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    En el albergue encuentran un sitio para descansar y reponer las energías.

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    Wilman, mientras se calza sus zapatillas regaladas por el jesuíta. /Foto: Odalis Orozco

Odalis Orozco - DIAaDIA

Los albergues cercanos al paso del tren son un oasis para los hombres y mujeres migrantes que atraviesan México para llegar a los Estados Unidos. Estas personas llegan sin nada, con hambre y con sed; en esos lugares pueden descansar unas horas para continuar la marcha.

En los albergues, la cantidad de visitantes varía diariamente; el de San José recibe entre 50 y 100 personas, y en ocasiones no hay espacio porque se duplica o triplica la cantidad de personas. Mientras, el otro albergue tiene espacio para 600 camas.

Sin identidad para protegerse

Los “mojados”, como se les conoce a los migrantes en México porque atraviesan un río fronterizo entre Guatemala y México, cambian su identidad como medida de protección para no ser secuestrados o extorsionados, o compran pasaportes falsos; sin embargo, esto los hace invisibles si les llegase a suceder algo, ya sea un secuestro o lo peor, que encuentren la muerte en su camino, pues no podrán ser identificados.

Es lo que ha ocurrido con los 205 casos investigados en México; luego de que fueran exhumados los cuerpos de fosas comunes, ahora se busca identificarlos.

Juan, un migrante hondureño, formuló una interrogante: “¿Qué hacer? ¿Quedarse, si eres joven, para que las maras te recluten a la fuerza en sus pandillas o te maten, o morir de hambre porque no hay oportunidades en el país?; o bien, te lanzas en una aventura con riesgo de perder la vida”. Esas preguntas se las tuvo que formular muchas veces Juan, y él optó por la segunda solución, porque se encuentra en México, lejos de casa, esperando el tren.

 
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