Tengo que reconocer que estos días me he sentido un poco nostálgica al ver centenares de bandas desfilar rindiendo honor a la Patria, pues añoro los años cuando me vestía de pollera y desfilaba junto con mis compañeras en el lujoso cuadro de polleras del Instituto América.
Un nudo en mi garganta y unas ganas enormes de pararme a bailar sentí cuando vi desde mi casa las bellas coreografías que en un momento dado, en medio de risas, realicé.
Aplausos por aquí, elogios por allá son algunas de las experiencias gratas que tuve al formar parte de la banda.
Al igual que yo, sé que aquellas personas que tuvieron la oportunidad de pertenecer a la banda de su colegio, pese a las dificultades con una que otra materia, sienten un poco de añoranza al ver a su escuela desfilar sin ellos y recuerdan en silencio esos años de gran aprendizaje y diversión.
Soy todavía muy joven para decir esa frase "¡Ahhh!, cómo extraño aquellos tiempos en el colegio, la vida era más fácil, no había que preocuparse por nada", pero créanme que me pasa por la mente. Es irónico ver que algunos jóvenes anhelan llegar a los 18 años para tener una vida "libre, sin ataduras", pero a medida que pasan los años, las responsabilidades se hacen más grandes y la vida más difícil, y recordamos aquellas palabras que los padres nos mencionaron en momentos de rebeldía y desenfreno.
Dichosos los que todavía tienen la oportunidad de desfilar en bandas alternas (independientes).
Da gusto ver cómo gozan y ríen al son de los tambores, uno puede tener miles de problemas, pero estos se olvidan y se echan a un lado cuando escuchamos esa tonada de los combos nacionales, un buggi buggi, salsa, o el último éxito de passa passa.
Si todavía estás estudiando y te gustaría ser parte de la banda, hazlo, participa, más adelante tendrás lindos recuerdos.