Cada mañana, al despertar, me duele algún hueso. Mi esposo, entonces, me dice algo muy sabio: "mujer, si no te dolieran a tu edad, es porque estarías muerta".
¡Qué remedio me queda que dar gracias por cada hueso adolorido! Sin embargo, yo me sigo resistiendo al paso del tiempo. Mi estado de ánimo, mi pasión y mi entusiasmo, se quedaron entre los quince y los veinte años. Mi cuerpo, no obstante, insiste en sentirse de más de 50.
Pero a mi corazón aún le entusiasman los preparativos para los desfiles patrios. Me encanta ver a mis sobrinas midiéndose sus vestuarios para participar en los desfiles de Penonomé.
Me emociono hasta las lágrimas al escuchar las bandas de música, los cantos a la patria, las tamboreras de Gladys De La Lastra tocadas por las liras, las flautas, los tambores y las trompetas.
Me duele cuando veo estudiantes que no quieren participar en las fiestas patrias. ¿Se han dado cuenta de que, generalmente, a aquellos muchachos que participan en las bandas, los batallones, tablas gimnásticas, en el cuerpo de batuteras, en el cuadro de honor, se les nota mayor empuje, deseos de superación y fuerza de voluntad?
Estoy convencida de que el amor por la patria y el entusiasmo por celebrar sus efemérides está estrechamente ligado con el éxito en el futuro, porque para participar en estas actividades hace falta pasión, entusiasmo, entrega, responsabilidad y compromiso.
Justamente, son esos los factores que llevan a un individuo al triunfo.
Yo, por mi parte, le hago caso a mi corazón de 15 años y disfruto mis fiestas patrias, mientras entretengo a mis huesos con los compases de las liras y los tambores.