El jabón, ese producto que nos acompaña todos los días en el cuidado de nuestra piel, higienizándola y cuidando de mejorar su apariencia, ha ido tomando a lo largo de los años diferentes formatos y variedades, y se ha conocido que puede producir irritaciones y hasta alergias graves. Para que esto no le pase a usted, debe conocer los componentes del jabón y qué beneficios puede traerle a su piel.
CONSEJOS
Jabones comunes: Los sólidos y espumosos son hechos, por lo general, con sebo grasoso y sodio o potasio. Se indican para todo tipo de pieles y en algunos casos pueden usarse para lavar el cabello.
Los jabones humectantes: Suelen tener aceites vegetales, otros poseen cremas humectantes en su composición o grasas enriquecidas con aceite de oliva, avellana y otros. Los hay también de glicerina. Son útiles para las pieles secas o dañadas por el uso de detergentes.
Los jabones suaves: Tienen en su composición aguas termales y son recomendados para las pieles sensibles.
Los jabones líquidos: Se presentan como una loción de limpieza. Su poder efectivo varía y no todos tienen la misma eficacia.
Los jabones dermatológicos: Contienen agentes de limpieza sintéticos muy suaves, a los que se añaden vegetales que contribuyen a cerrar los poros, aliviando las irritaciones y frenando la aparición de acné o puntos negros. Con estos jabones, la piel no se descama.
Son recomendados para pieles que arrastran inconvenientes, ya sea de modo permanente o estacional, o ante apariciones puntuales de irritaciones.
Los jabones de glicerina: Son neutros, no suelen humectar la piel, al contrario, en algunas ocasiones tienden a resecarla y se recomiendan para las pieles grasas.
Por lo general, la glicerina tiene un efecto más duradero que los jabones comunes.
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