Jorge era muy desdichado, su obesidad le causaba muchos problemas: tenía dolores de espalda, era objeto de burlas por parte de sus compañeros de trabajo y no había podido tener novia.
Se decía a sí mismo que ninguna mujer querría tener como pareja a una persona tan obesa como él.
Para despejar la mente, Jorge se fue a pasear al parque. Absorto en el paisaje, no reparó en aquella persona que se acercaba rápidamente hasta él.
-¡Hola Jorge!, ¿cómo estás? ¿Te acuerdas de mí?
-¡Claro que sí, Vicente! ¡Cuánto tiempo sin verte!
Jorge no veía a Vicente desde hacía unos diez años, cuando éste se había retirado de la empresa donde Jorge trabaja. Recordó que habían sido buenos compañeros de trabajo, tenían largas charlas y cuando se lo pedía, le daba muy buenos consejos.
"Déjame decirte algo, Jorge", le comenta Vicente, mientras saborea un helado de chocolate, "una dieta es el primer paso para controlar el sobrepeso, pero no es la solución definitiva. Mientras sigas asociando la comida con el placer, de manera inconsciente eres atraído hacia la glotonería".
"Los resultados de una dieta efectiva te proporcionan un nuevo paradigma, donde comienzas a asociar el placer y alegría de vivir cosas, como verte esbelto. Debes controlar esos pensamientos. Esto lo puedes hacer porque tú no eres tus pensamientos, tú eres el pensador de esas ideas". Y Jorge logró su cometido: adelgazó.
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