Los mosquitos y el mal olor no se aguantan en el viejo caserón. (Foto: JESÚS SIMMONS / EPASA)
Jesús Simmons
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"Yo desayuno viéndolas jugar". Así se expresó el adulto mayor Ismael Antonio Rocillo, sobre la enorme piscina de aguas con excremento que adornan el patio del caserón Villa Jesús, ubicada en la Avenida Ancón, en el corregimiento de Santa Ana.
Los residentes del vetusto caserón temen morir por los gases tóxicos que emanan de las heces.
Según los quejosos, la situación empeora cuando llueve, pues los cuartos se les inundan de aguas negras, por lo que les toca sacar las excretas de sus apartamentos a punta de cubos.
La molestia de estas personas se debe a que ni siquiera pueden comer en paz y tranquilidad, porque el olor nauseabundo de las heces se mete hasta el último rincón de sus cuartos.
La otra inquietud radica en que se han visto obligados a vivir encerrados en sus propios apartamentos, como presos, por temor a adquirir una enfermedad.
Además, temen por la salud de los niños de la Escuela Justo Arosemena, ubicada al lado de la casona, a la que se le inunda la entrada con aguas negras cada vez que llueve.
Cansados de tener más de tres meses sufriendo y de ver que las autoridades no les ayudan, los afectados cerraron la calle ayer.
Con pancartas en mano, residentes y estudiantes de la Escuela Justo Arosemena les hicieron un llamado a los funcionarios del Instituto de Acueductos y Alcantarillados Nacionales (IDAAN), para que les dieran una respuesta satisfactoria.
De no recibir una respuesta a sus demandas, van a continuar en las calles.
El IDAAN envió un auto succionador, que se dañó. Utilizaron una cinta, pero se volvió a tapar la alcantarilla.