"La potencia intelectual de un hombre se mide por la dosis de humor que es capaz de utilizar."Friedrich Nietzsche
Noviembre, mes de la Patria. La Separación de Colombia, esa sí que fue por episodios. Primero fue el 3 de noviembre de 1903 en Panamá. ¡Ja! Mentira que los interioranos les iban a robar dos veces el mandado a los capitalinos. El 5 en Colón. El 8 en Las Tablas. El 9 en Santiago. Imagino, que si más municipios tuviesen recursos suficientes para resolver sus problemas, así mismo aparecerían más gritos de independencia. Porque claro, qué va a estar pensando uno en clarines y tambores cuando se tienen las tripas ruge que ruge.
Porque, eso sí, en las fiestas patrias y sus desfiles, desfila el mismísimo arco iris en mil doscientas combinaciones. Además de los patrióticos rojo, azul y blanco, a paso de ganso marchan los chocolates, los grises, los verdes, los violetas, los amarillos, los negros, los mameyes y hasta los mangos. Y todos los pueblos que celebran con desfiles, tienen sus aceras llenas de lindas patriotas.
Así es. Gracias a que somos cosmopolitas, el desfile no sólo es sobre las avenidas, también lo es sobre las aceras. ¡Oh! ¡Oh! Mejor rectifico, ¿qué aceras? ¿En qué punto de la República panameña existen? En este país el peatón es el ser menos querido y amado. Continúo. El mejor desfile es en los restos de acera que aún quedan.
Las hermosuras panameñas despliegan toda su diversidad genética. Por allá vemos genes orientales, por acá caminan los europeos, por allí los más candentes genes africanos y por aquí, sí, por aquí los fascinantes nucleótidos de las descendientes del mismísimo Urracá. Y eso que no estoy contando a las turistas, que siempre abundan en cualquier época del año. En Panamá hay dos desfiles para celebrar a la Patria: uno en la calle, otro en la acera. Escoja usted cuál quiere ver.