Una mujer a la que le diagnosticaron una enfermedad mortal que la llevaría a la tumba en 3 meses decidió poner sus cosas "en orden" y citó al sacerdote en su casa para discutir aspectos de su última voluntad.
Le dio el nombre de las canciones que deseaba en su sepelio, las lecturas que quería que se leyeran y el vestuario con el que quería que la enterraran.
Incluso mencionó que la enterraran con su biblia favorita.
Cuando ya todo estaba dispuesto y el sacerdote se disponía a irse, la mujer recordó entonces algo muy importante para ella.
-"Hay algo más", dijo emocionada. "-¿Qué es? preguntó el pastor. -"Es muy importante", continuó. -"Quiero ser enterrada sosteniendo un tenedor en mi mano derecha", exclamó.
"¿Por qué?, preguntó el pastor, y la mujer explicó: "Cuando yo ayudé algunos años a las comunidades de la iglesia y en comidas de caridad no me olvidaba de que cuando los platos del guisado ya estaban vacíos, alguien inevitablemente gritaría: "Quédate con tu tenedor".
Esa era la parte favorita de la comida, ya que sabíamos que algo mejor estaba por venir, tal vez un rico pastel de chocolate o un plato lleno de pastel de manzana.
Es por eso que quiero que todos me vean en el ataúd con un tenedor en mi mano derecha para que cuando pregunten "¿por qué tiene un tenedor en la mano derecha?", usted me haga el favor de decirles: "Quédense con su tenedor...algo mejor está por venir". Así de grande era su fe en Dios.
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