Cuando se viaja y se convive con los atletas panameños, nadie puede decir que no lo dejan todo por dejar el nombre de su patria en alto.

Esto es lo que he percibido desde el viernes, cuando arrancó la participación de los competidores panameños en los I Juegos Escolares Centroamericanos y del Caribe que se realizan en Puerto Rico.

Para saber de lo que estoy hablando, hay que estar presente en cuerpo y alma, y gracias a Dios, hoy tengo esta oportunidad.

Quizás y sin sentarse a analizar, muchos panameños pueden pensar en estos momentos que la participación de la delegación no es buena, por el simple hecho de que no tenemos una presea dorada.

Quizás, hasta yo mismo fuera uno de esos que soltara a los cuatro vientos este tipo de comentarios.

Sin embargo, hoy ni nunca lo podré hacer. No porque con mis propios ojos he podido comprobar que el nivel de competencia es alto.

Con mis ojos, he podido comprobar que nuestros atletas entregan hasta el último suspiro en el campo de batalla, con tal de llevarse la fruta dorada.

¡Créanlo! Aquí­, como se dice en buen panameño, hay que rajarse el cuero para pelear por una medalla.

Por esa razón es que siempre voy a sostener que las medallas de plata y bronce que se han conquistado hasta ahora, tienen un sabor a oro... un sabor a gloria, por la garra y coraje que se ha respirado por parte de los panameños cuando saltan al terreno de competencia.

Por esa razón es que desde acá, de la "Isla del Encanto", le pido al Gobierno Nacional y a la empresa privada que no dejen de apoyar a nuestros atletas, porque jamás desmayan en dejar el nombre de Panamá en alto.