Si miramos a nuestro alrededor todas las cosas que hacíamos de pequeños, no son de interés para las nuevas generaciones. Eso es entendible. Cuando para mí es importante coger un libro y ponerme a leer, para otros es lo más aburrido que puede haber en este mundo. Pero con un libro aprendo, me desestreso, me actualizo, gano muchas ideas, entre otras ventajas.

En tanto, en la actualidad es más práctico pasarse horas y horas frente a la computadora, pero la mayor parte de ese tiempo es empleada para el ocio.

Si hablamos de la ir a las bibliotecas, lo más seguro es que la mayoría de quienes están realizando consultas son por obligaciones académicas. Para ganarse una nota. Y digo esto con conocimiento de causa, pues la tendencia de los estudiantes es a través de la Internet "copiar y pegar", en sus llamadas "investigaciones", sin hacer un análisis de lo que se está presentando en el informe a los docentes para su respectiva evaluación.

Siguiendo con la frescura que invade el pensamiento humano, el estudiante le pone el nombre y lo entrega al docente. Lo más curioso es que estando en la universidad he podido corroborar, a través de la observación, que hay docentes que tampoco le dedican tiempo a la lectura para analizar lo que le escriben sus alumnos y se limitan a que cumpla con los requisitos que debe llevar. Tristemente me tocó presenciar una discusión de un estudiante que reclamaba una mejor evaluación y la respuesta del profesor fue: "Es que no puedes entregar un trabajo en un cartapacio sencillo, debe ser enarbolado para tener una buena nota".

Yo me pregunto si a estas alturas es más importante lo estético, que su interior, que el contenido. A esos niveles nos lleva el comportamiento moderno. Y así pasa en nuestra vida diaria, se rechaza a una persona por su apariencia, no valen en ella su corazón, sus sentimientos, su potencial intelectual. Aún estamos a tiempo para reaccionar...

Hay ocasiones en que te pones a reflexionar y las conclusiones a las que llegas son muy sabias.