
De acuerdo con el sitio de internet de la organización Pacer Center, podemos reflexionar en los siguientes pensamientos y situaciones y no permitir que se repitan en nuestras vidas.
Mito: Es cosa de niño. No es algo malo, es natural que los niños sean agresivos física y verbalmente.
Realidad: Las investigaciones revelan que la agresión es una conducta aprendida, no una respuesta natural.
Mito: Las niñas no son acosadoras.
Realidad: Las investigaciones muestran que las niñas pueden ser y son acosadoras. Su forma de acoso más frecuente es la verbal y social y se incrementa en los años de secundaria.
Mito: Las palabras nunca hieren.
Realidad: Las palabras dejan cicatrices emocionales que pueden tener implicaciones toda la vida. Los niños aprenden a muy temprana edad que sus palabras pueden herir a otros.
Mito: El acoso es parte natural de la infancia.
Realidad: El hecho que sea común no lo justifica como parte normal de la infancia. No hay nada natural en ser abusado.
Mito: Alguna gente merece ser acosada.
Realidad: La conducta de ningún niño amerita que lo hieran o dañen en ninguna forma. Al contrario, un niño que es diferente de los demás merece ser tratado con respeto y consideración.
Produce temor
Mito: El acoso hará a los niños más fuertes.
Realidad: El acoso no hace a nadie más fuerte; las investigaciones han mostrado que frecuentemente logra el resultado opuesto. Baja el sentido de autoestima del niño, crea temor e incrementa ansiedad en el niño.
Mito: Si le dice al maestro(a), es un chismoso.
Realidad: Guardar el secreto de acoso solo sirve para proteger al abusador y a perpetuar la conducta.
Mito: Solo era una broma.
Realidad: Ninguna broma debe llevar la intención de herir o dañar.
Para prevenir la intimidación y el acoso todas las personas debemos tomar el tiempo para escuchar y hablar con los niños, ayudarlos a comprender cuáles son sus derechos, inculcarles el respeto hacia los otros niños sin distingo de raza, género, religión ni condición social; enseñarles a hablar de los niños víctimas de acoso. Las escuelas deben tener una política contra el acoso que sea conocida y mecanismos para señalar, intervenir, cuidar a las víctimas y rehabilitar a los autores.