Al día siguiente recibían las llamadas de otros colegas.
Carolina Sánchez P.
| DIAaDIA
Se olvidaron del mal olor, pues su meta era salvar a una bebé. Eliécer Antúnez es miembro del Cuerpo de Bomberos de Arraiján, y el viernes fue uno de los que ayudó en el rescate de la niña recién nacida que cayó a una letrina.
Llegó junto al también bombero Jorge Estrada y ambos buscaron una vara para moverle hacia un lado la carita a la bebé y así evitar que se ahogara con las heces. Luego, hicieron un lazo para atar a la niña por una pierna o la cintura y sacarla, pero lastimosamente no resultó. Como ya había pasado mucho tiempo, optaron por abrir un hueco a un costado de la letrina.
Los bomberos hicieron con una soga una "silla de bombero" para que el policía Cristian Robayo se introdujera a la letrina. Este iba sin zapatos, pantalón corto, un suéter y sin guantes.
Después de una hora y 15 minutos de estar luchado por sacar a la pequeña, por fin Dios hizo un milagro y lograron su objetivo. "No nos importaba ensuciarnos de excremento, queríamos a la niña con vida", dijo Antúnez.
Ambos bomberos afirmaron haberles salvado la vida a muchas personas, pero al ver a esa indefensa criatura, sus corazones se quebrantaron, pues "un adulto entiende cuando se le dan instrucciones para salvar su vida, pero esa bebé no sabe nada".
Eliécer es teniente, tiene 15 años de ser parte de los bomberos y esta experiencia jamás la podrá borrar de su vida.
En tanto, Jorge es sargento y lleva cuatro años de trabajar en la entidad.
Una vez que sacaron a la bebé, las unidades del SUME 911 la limpiaron con solución salina, se le hizo una evaluación de sus signos vitales, se canalizó, se le puso oxígeno y fue trasladada hacia el Hospital del Niño.
Para estos camisas rojas, esta pequeñita se llama Milagros porque eso fue lo que Dios hizo con ella.