Luego del rescate, Cristian Robayo, agente de la Policía Nacional, siguió laborando. (Foto: : DIDIER GIL/ ERICK BARRIOS/ CORTESÍA.)
Didier Hernán Gil
| DIAaDIA
"Era una vida la que estaba en juego". El pasado viernes, el agente Cristian Robayo, quien tiene un año de ser uniformado, estaba de centinela en la subestación de Policía de Arraiján cabecera, pero una nueva faceta en su vida policial se abrió.
Lo que para él sería un día de oficina atendiendo en la sala de guardia, llevando un control de los informes y las visitas o casos que llegaran, quedó en segundo plano, porque otro escenario lo reclamaba. Fue el día en que le tocó demostrar lo que reza el lema de la entidad para la que trabaja: "Proteger y servir".
Curiosamente, a las 6: 30 a.m. se reportó la caída de una bebé recién nacida en una letrina, pero las unidades que salieron a atender este caso en un patrulla no daban con la dirección en el sector de Río Indio, Arraiján. En este lapso, apareció en la subestación policial el padrastro de la embarazada, quien sirvió de guía en otro patrulla en el que iba Robayo. Al llegar a la casa, ya había unos 25 policías, además de bomberos y rescatistas.
A las 7: 15 a.m. llegó Robayo a la desesperante escena, pues el tiempo transcurría y los llantos de la bebé se hacían menos intensos.
Ya se había quitado la taza de la letrina cuando Robayo intentó entrar por la abertura, pero el orificio era aún muy pequeño, por lo que al subteniente Ángel Gutiérrez se le ocurrió abrir un boquete en un costado de la base de la letrina.
Luego de encomendarse a Dios para lo que debía hacer, sin sentir asco ni pensarlo dos veces, Robayo, a través de ese agujero, logró meterse de costado y extraer a la bebé.
Fue así como este uniformado de origen chiricano salvó a esta niña y no quedó conforme hasta entregarla en manos de los paramédicos.
Cuando su mente cantó "misión cumplida", uno de los vecinos se le acercó y le ofreció jabón en polvo para lavarse las manos. Estando en el patrulla, pensó en la desagradable escena del rescate, por lo que lo llevaron a su casa a cambiarse para continuar con su labor diaria.
La noticia corrió como pólvora, pues en Chiriquí sus familiares lo que menos se esperaban era que el protagonista de esta hazaña era Cristian Robayo, aquel joven de 23 años que ingresó a Policía Nacional cursando el segundo año de Turismo en la Universidad Autónoma de Chiriquí (UNACHI), en la búsqueda de una mejor calidad de vida.
TODO POR LA BEBE
Otro que vivió intensamente esta experiencia fue el subteniente Ángel Gutiérrez, quien tiene 24 años con cuatro meses de laborar para la Policía Nacional. Él fue quien, con una linterna, se percató de que la bebé todavía estaba con vida, por lo que animó a actuar al resto de los espectadores. "Vi que la piernita de la bebé se movía y tenía la carita cubierta de excremento. Su llanto era leve", señaló Gutiérrez, quien abrió el boquete para que entrara Robayo y sacara a la bebé.
Gutiérrez tiene dos hijos y reside en la barriada Libertad, de Arraiján, cerca de su área de trabajo. Él reveló a DIAaDIA que frente a aquella situación la prioridad era la vida de la bebé. "Después que vi que estaba a salvo, recordé que uno sale de casa y sus hijos quedan indefensos, por lo que ruego a Dios que no les suceda nada mientras estoy en la labor policial", manifestó el subteniente.