Valió la pena el esfuerzo. A sus 68 años, Cirilo Castillo puede decir que ha visto los frutos de su trabajo. Él es dueño de un local de venta de frutas y legumbres, y aunque ahora disfruta de estabilidad económica, tuvo que luchar para lograrla.

Hace treinta años, Cirilo pedía prestado el carro a su hermano para salir a vender guineos en la vía principal de Veranillo, cerca de la piquera de esta ruta. Hoy la vida le sonríe y tiene un próspero negocio.

LOGROS

Con el tiempo, logró un permiso para establecer un kiosco de madera, pero era constantemente víctima de robos. Finalmente, logró tener uno de cemento.

Cerca de él hay varios negocios similares, pero por haber sido uno de los primeros en el lugar y por su amabilidad, se ha ganado el respeto de colegas y clientes.

Para este señor, lo más importante de un ser humano debe ser lograr sus objetivos, con trabajo honrado y sin sentir vergüenza por nada.

Él recuerda cuando era joven y recién había llegado de Chiriquí a la ciudad, donde se dedicó a la buhonería.

"Al principio me daba pena que me vieran por ahí con cositas guindando, pero después vi que mi bolsillo andaba bien, así que continué trabajando", acotó.

Gracias a ello, ha logrado mantener a su esposa y a sus cinco hijos.

SUPERACION

Cirilo comenzó como vendedor de guineos, y con este trabajo ha logrado todos sus sueños.