A pocos días de nacido, un sonido extraño en el corazón de Anthony Alexander Arias, alertó a la pediatra que lo atendía, de que algo andaba mal con el niño. Luego de varios exámenes, se descubrió que Anthony tenía un "soplo inocente", tiene una banda muscular anormal.

Por esta situación, Elizabeth Arias, madre del niño, tiene que viajar constantemente a la ciudad para hacerle los chequeos al niño y vigilar la condición de su corazón.

Aunque suene sencillo, para ella esto representa todo un esfuerzo, más que físico, económico, pues a falta de un trabajo y un padre responsable de su hijo, cada día tiene que ver cómo hace para conseguir el dinero del pasaje para transportarse desde La Esperanza de Chilibre hasta el Hospital del Niño. Pero el transporte no es su única preocupación, la alimentación del niño y los artículos necesarios para los cuidados de un bebé, son un dilema para ella. Tanto así, que con tal de que no le falte la leche a su hijo, ha tenido que limitarse de comprar una cuna, por lo que Anthony pasa el día acostado en una colchoneta improvisada que acomodan en el piso, y en las noches duerme en la cama con su mamá.

Elizabeth agradece el apoyo que le dan sus padres, con quienes vive, pero el dinero es limitado en el humilde hogar. "Chavi" como la conocen sus amigos, a cambio, ayuda a su papá en el taller, puliendo y pintando rines y haciendo algunos trabajos de mecánica que aprendió desde pequeña, pero su mayor deseo es conseguir un trabajo estable para así aportar con dinero al hogar y dar a su hijo lo que necesita.

DESESPERADA

"Chavi", de 22 años, está dispuesta a trabajar en cualquier cosa, sólo espera una propuesta.