Una oportunidad de vida. Ramón Valdés tiene 26 años. Quien lo ve no se imagina todas las cosas por las que ha pasado, pero es un testimonio de que se puede salir de la violencia, si te lo propones.

Lo encontramos junto a un grupo de jóvenes mientras limpiaba un lote baldío detrás de las multis de Patio Pinel, y es que, gracias a su fe en Dios, en el deseo de querer cambiar y a los asesores espirituales como la sierva Aracellys Gutiérrez y al pastor Herminio Rivera, que ahora cuentan con el apoyo de la Oficina del Casco Antiguo, poco a poco está cambiando para bien.

Sin pena alguna, Ramón admitió que pertenecía a una banda de Calle 25, El Chorrillo, formada por unos 40 muchachos. "Yo era uno de los que más resaltaba, me gustaba decirle sí a robar, sí a matar, sí a fornicar, sí a hacer cuanta diablura podía; todo lo que se trataba de maldad si lo podía hacer, lo hacía, pero cambié".

Y es que él estuvo en prisión por dos casos de homicidio, un intento de homicidio, tres robos, un arma de fuego. Aunque parecía imposible salir, estuvo internado 41 meses en los que en los últimos 16 se integró al grupo religioso de la cárcel. Éste fue el inicio del cambio, que al salir de prisión casi se ve interrumpido para volver a las pandillas, pero como él mismo dice: "Dios puso en el camino a Aracellys", quien junto a los pastores se han convertido en pieza clave de su resocialización, pues aparte de él, en el grupo hay jóvenes del área del Pentágono, Bagdag, calle 17 de El Chorrillo, quienes aparte de escuchar la palabra de Dios, ayunan y realizan algunos trabajos en el lugar, como ayer que cortaban hierba.

"Ella ha sido más que una madre, una persona que se ha interesado en apoyarme, en seguir hacia delante", dijo refiriéndose a Aracellys.

Este joven lamentó la falta de apoyo de la comunidad hacia quienes desean cambiar. "La comunidad espera un cambio, sin embargo, cuando han cambiado los critican, en vez de ponerse contentos, porque antes disparaban, robaban y ahora se dan una oportunidad".