No hace mucho tiempo, dos hermanos que vivían en granjas adyacentes cayeron en un conflicto. Este fue el primer conflicto serio que tenían en 40 años de cultivar juntos hombro a hombro, compartiendo maquinaria e intercambiando cosechas y bienes en forma continua. Pero eso terminó repentinamente. Comenzó con un pequeño malentendido y explotó en un intercambio de palabras amargas.
Una mañana alguien llamó a la puerta de Luis. Al abrir, encontró a un hombre con herramientas de carpintero. "Estoy buscando trabajo por unos días", dijo el extraño, "quizás requiera algunas pequeñas reparaciones y yo pueda ser de ayuda en eso".
"Sí", dijo el hermano mayor. "Mire, en aquella granja, vive mi vecino, bueno, de hecho es mi hermano menor".
"Quiero que construya una cerca de dos metros de alto, no quiero verlo nunca."
El carpintero le dijo: "Creo que comprendo la situación. El carpintero trabajó duro. El granjero quedó sorprendido.
No había ninguna cerca de dos metros; en su lugar había un puente que unía las dos granjas a través del arroyo. Era una fina pieza de arte.
En ese momento, su hermano menor vino desde su granja y abrazando a su hermano le dijo: "Eres un gran hombre, mira que construir este hermoso puente después de lo que he hecho y dicho". Se reconciliaron. El carpintero tomaba sus herramientas. "¡No, espera!", le dijo el hermano mayor, "quédate unos cuantos días. Tengo muchos proyectos para ti".
"Me gustaría quedarme", dijo el carpintero, "pero tengo muchos puentes por construir".
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