Fueron meses de angustia y dolor. Hoy, Rubén Darío Pimentel, de 29 años, le agradece a Dios por permitirle contar su experiencia de haber sobrevivido a una picada de culebra "X".
"Eso fue un dolor muy grande primo, yo no se lo deseo a nadie", decía Pimentel. Todo sucedió el 26 de agosto del año pasado. Él iba junto a su hermano y un amigo, caminando por el monte, a buscar pencas para hacer un jorón de echar maíz.
Subiendo por la quebrada, a más de una hora de su casa en la Unión Santeña, los perros corretearon a un venado que salió de pronto.
Su hermano se regresó a ver, mientras él (Rubén) y su amigo continuaron. "De repente sentí en mi pierna izquierda, como cuando te pasa la corriente, así fuerte, y vi a la serpiente, era del grueso de una botella de ron", dijo Pimentel.
Le pedía a su amigo que la matara, pero no se atrevía, entonces tuvo que agarrar un palo, dominarla y luego el amigo le tumbó la cabeza con el machete.
A partir de allí vino lo peor. Fue sacado en caballo hasta el puesto de Salud del pueblo, donde el doctor le dio los primeros auxilios.
Sus familiares llamaron a la capital para que les mandaran un avión, pero no hubo respuestas. Un bote pesquero lo llevó hasta Chimán cabecera, donde luego una panga de Salud (bote rápido) lo trasladó hasta el Hospital Regional de Chepo.
Mientras todo esto sucedía, Rubén aguantaba los fuertes dolores. Incluso llegó a perder la visión, por momentos se le nublaba todo.
En el hospital de Chepo estuvo por 8 días, en los que no mejoró mucho. Su primo "Geño", curandero experto en sanar picaduras de culebras, lo salvó de las garras de la muerte.
Luego de eso estuvo recluido 2 meses en el hospital Santo Tomás, donde le injertaron piel de su muslo en la parte afectada. El veneno le dejó un enorme hueco en su pierna.
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