
César es un guerrero de las mil batallas.
Foto: ROBERTO BARRIOS
César es un guerrero de las mil batallas.
Foto: ROBERTO BARRIOS
César es un guerrero de las mil batallas.
Foto: ROBERTO BARRIOS
Los no videntes tocaron piezas musicales.
María Esperanza también es una mujer luchadora.
César es un guerrero de las mil batallas.
Foto: ROBERTO BARRIOS
Los no videntes tocaron piezas musicales.
María Esperanza también es una mujer luchadora.
César es un guerrero de las mil batallas.
Foto: ROBERTO BARRIOS
Los no videntes tocaron piezas musicales.
María Esperanza también es una mujer luchadora.
César es un guerrero de las mil batallas.
Foto: ROBERTO BARRIOS
Los no videntes tocaron piezas musicales.
María Esperanza también es una mujer luchadora.
César es un guerrero de las mil batallas.
Foto: ROBERTO BARRIOS
Los no videntes tocaron piezas musicales.
María Esperanza también es una mujer luchadora.
Con el pasar del tiempo, un tanto inseguro llegó a la ciudad capital, al Centro de Rehabilitación Integral Andrés Cristóbal Toro, en donde poco a poco terminó su primaria, aprendió a movilizarse con un bastón y se preparó en una escuela secundaria. Actualmente labora como asistente técnico en una entidad.
Vega, a sus 53 años, es padre de cinco niños, tres de su primer matrimonio y dos del segundo, en el que ha conseguido una gran estabilidad. Sus hijos lo ven como un ejemplo, juega con ellos, los pasea, aconseja. Le da gracias a Dios que ninguno de sus hijos tuvo problemas en su visión. Cada día aprende más y reitera que no hay peor impedimento que el que uno se pone.
Ayuda para muchos
Muchos no videntes se dieron cita ayer en el Centro de Rehabilitación que cumplió 49 años de existencia. En todo este tiempo, más de cinco mil no videntes se han preparado en clases de movilización, escritura, orientación, manualidades y el sitio es para ellos un hogar en donde la discriminación y la maldad no reina. Se apoyan mutuamente.
Preocupación
Vega dijo que no sabe qué será de ellos cuando llegue el nuevo sistema de transporte, puesto que los secretarios con sus pregones los ayudan a saber dónde se tienen que bajar, mientras que otros lo deducen por los olores de las calles, por las curvas, hasta por los huecos.