“ ¿Actores?” Sí los hay. Todos de una u otra manera actuamos; la cosa es que en sí tenemos más espectadores que actores. Y los que pudieran tener interés a las artes escénicas, a veces tienen que competir con los ya prefijados perfiles de los directores, productores, escritores y realizadores en general. Respondo así ante el escrito de un artículo en otro medio hace dos meses atrás, y respondo así ante los constantes comentarios que escucho de aquellos que insisten en decir que hace falta actores o que no hay suficientes interesados. No hay muchos con verdadero interés, y casi no hay disciplinados y comprometidos. Sin embargo, sí estoy de acuerdo en que entre los que hay tienen que jugárselas con otros trabajos para subsistir, porque es mal pagado o no hay suficiente demanda o propuestas para que sigas actuando en otras obras. Pero, si bien se requiere todo un personal para trabajar tras escenas (tramoyistas, escenógrafos, luministas, etc.), en Panamá hay una discriminación latente en el ámbito del teatro. Si no reúnes cualidades físicas o no eres del atractivo del director de la producción, por más buen actor que seas, no te contratan. En los musicales, si no das la apariencia inmediata de ser un bailarín al estilo “Broadway”, no te conceden la audición. Si requieren seguir el guión, quizás tengas un chance en el que seas el sirviente, o el matón de cara dura, o el esclavo negro de alguna historia que se quiera contar, porque justamente eres negro. Si no hay “Niña Moza”, “Joe”, o la “Cabaña del tío Tom”, no tendrían oportunidad aquellos. ¡Ah! Pero igual ponen a uno curtido que haga del personaje para no tener que rebuscar o verse obligados. Recuerdo haber visto y participado en una obra, donde el que hacía del negro que huye con la blanca era más cholo que de cimarrón, habiendo negros reales que pudieran hacer el papel. Es triste, empero hay que reconocerlo. No nos gusta hablarlo. Rehuimos del tema, aunque es la realidad de la que no podemos escapar. Si eres muy chica y te consideran nada agraciada, jamás logras el papel protagónico. Como si los “feos” no tienen historias. Cuando ves detrás de las cámaras, la historia es de personas más ordinarias que de “estilizadas”. Hay que cambiar el concepto. Sacar el “chip” de la cabeza y cambiar de actitud para poder escalar. Tanto en el cine como en el teatro, todos tienen validez. Abran el compás y encontrarán los talentos que sean justos. ¡Nos vemos en escena!