
Felícito Vega escucha todos los días en su radio la palabra de Dios.
Fotos:ROBERTO BARRIOS
Felícito Vega escucha todos los días en su radio la palabra de Dios.
Fotos:ROBERTO BARRIOS
Felícito Vega escucha todos los días en su radio la palabra de Dios.
Fotos:ROBERTO BARRIOS
Felícito Vega escucha todos los días en su radio la palabra de Dios.
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Felícito Vega escucha todos los días en su radio la palabra de Dios.
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Felícito Vega escucha todos los días en su radio la palabra de Dios.
Fotos:ROBERTO BARRIOS
Felícito Vega escucha todos los días en su radio la palabra de Dios.
Fotos:ROBERTO BARRIOS
Agradecidos, pero olvidados por sus familias. En la salita de descanso del Hogar Bolívar de Ancianos, ubicado en Juan Díaz, Felícito Vega, de 82 años, escuchaba en su pequeño radio la palabra de Dios.
Con una sonrisa y una mirada serena, él le da gracias a Dios porque allí lo quieren y lo cuidan. Vega tiene ya 15 años de estar en el hogar, pues por giros increíbles del destino perdió a su familia y su trabajo, a causa de una bala perdida que lo dejó inmovilizado; quedó en la calle.
“Me sentía perdido”, recuerda con nostalgia, hasta que conoció a las madres del Hogar Bolívar. Desde entonces recorre los pasillos, se divierte y conversa con su mejor amigo, Eusebio Pérez, de 86 años, y todas las noches junto a su altar de San Martín de Porres, se encomienda a Dios. “Tengo amor en mi corazón, y Dios me ha dado mediante este hogar una familia; aunque a veces me siento solo, en las noches oigo su voz diciéndome: Hijo no estás solo, te amo”, confesó.