[
Imprimir]


HUERÍSTICO
Caminando

Redacción | DIAaDIA

"Los semáforos
De mi poema,
Guían a las últimas moscas.
Les dicen: "por aquí pequeñas,
No hay peligro de lluvias;
Tampoco de nieves". Jarl Ricardo Babot

Les confieso que hoy me siento más ganador que Irving Saladino. Si tener la oportunidad de escribir sobre quien considero mi maestro y compartir el escrito con ustedes no vale más que el oro olímpico, ¿qué puede valerlo?

Una tarde de 1985 toqué la puerta negra y misteriosa del Teatro Taller Universitario de la Universidad de Panamá, me abrió un señor al cual le comuniqué mi deseo de convertirme en teatrista, él muy amablemente me contestó que con mucho gusto era bienvenido, que al día siguiente, a la misma hora, me sumara a los ensayos. Regresé dos años más tarde. Nuevamente toqué la puerta negra y misteriosa, de nuevo me abrió el mismo señor y sin que yo dijera nada, me invitó a pasar con estas palabras: "Oiga, lo estábamos esperando".

Así conocí a Jarl Ricardo Babot. Así comenzó mi idilio amoroso con el arte. Porque amando a Jarl, descubrí cuanto amor nos tiene el arte. De Ricardo se han dicho muchas cosas. Desde que es un genio, hasta que es un babotso. Pero jamás se podrá decir que es un tipo gris, intrascendente, incapaz de conmover la vida de quienes llegan a conocerlo.

Babot es mi maestro. Aunque, cosa curiosa, que yo recuerde, nunca me corrigió un poema. Es más, en una ocasión le entregué uno, tomó la hoja de papel por una esquina, la miró como quien examina un pañuelo, y me dijo: "Sí, sí". Créanme, 16 años más tarde, aún no entiendo qué me quiso decir; pero ese día quedó una semilla sembrada en mi corazón que germinó y me hizo posible comprender qué es un poeta. A propósito, en aquellos tiempos corría entre la poetada la pregunta: ¿para qué sirve un poeta? La respuesta de Jarl siempre fue: "Para nada". ¿Quién dijo que todo tiene que servir para algo?





Ciudad de Panamá 
Copyright © 1995-2008 DIAaDIA-EPASA. Todos los Derechos Reservados