Me habían expulsado del equipo de fútbol, y en la escuela no iba muy bien. Precisamente por eso me sacaron, por mis malas notas, aparte de que no era buen atleta, porque me faltaba disciplina y creatividad. Cuando eso ocurrió, un amigo de mi madre me dio el siguiente consejo, que me acompaña hasta hoy:
Sí se puede cuando estás decidido, cuando comprometes tu voluntad para lograr lo que deseas alcanzar.
Sí se puede cuando ante cada obstáculo muestras temple y con mayor decisión los empiezas a enfrentar.
Sí se puede si ante cada fracaso buscas reconocer tus propios errores, lo que te permitirá acumular sabiduría.
Sí se puede si ante los conflictos mantienes una actitud positiva y, a pesar de las adversidades, tu ánimo no comienza a menguar, así no habrá cima que puedas alcanzar.
Sí se puede cuando ante los negativos y escépticos mantienes una sonrisa y la alegría se convierte en tu fiel compañera... siempre amigos podrás cultivar.
Sí se puede cuando, ante la duda y la incertidumbre, tu fe te mantiene firme.
Sí se puede si tienes el coraje de vivir intensamente y hacer de cada día una fascinante aventura... La muerte, entonces, será una angustia que nunca llegará.
Sí se puede cuando aprendes a confiar en Dios, dejándole a Él los imposibles y entregas tu vida entera a las estrellas por las que quieres luchar... Podrás, entonces, el camino a plenitud alcanzar.
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