
Es importante conocer lo que sucede con su cuerpo durante la gestación para que ponga de su parte en sus cuidados.
Durante el embarazo, el óvulo es fecundado por el espermatozoide en la trompa de falopio. Luego de tres o cuatro días, el óvulo “se acomoda” en el útero. Tres días más tarde, el óvulo fecundado se convierte en embrión y se “pega” en el útero, así lo explica y con mucho detalle, el Manual ‘Ayudando a Crecer’ de la Organziación Panamericana de la Salud.
El documento sigue explicando que entre el embrión y el útero se forma una membrana que crecerá junto con el bebé: es la placenta.
La placenta no es más que la conexión más directa entre la madre y el bebé. Esta transforma todo lo que la madre puede dar a su bebé a través de su sangre y lo envía al bebé por medio del cordón umbilical. También absorbe lo que el bebé no necesita y lo saca hasta la corriente sanguínea para purificarlo.
Durante el embarazo, las mujeres necesitan más oxígeno, que será utilizado para ellas mismas y para el bebé. Por eso la respiración aumenta y se hace más rápida.
Durante la octava o décima semana de vida, al embrión se le nota la forma de la cabeza, de los brazos y las manos. Ahí comienza a llamarse feto.
Durante el primer mes de embarazo, el embrión no tiene más de un centímetro de largo. Al segundo mes, alcanza más o menos cuatro centímetros. Al quinto, tendrá 25 y cuando nace, si la madre y él han recibido los cuidados adecuados, tendrá medio metro de largo.
Alrededor del embrión se forma una bolsa de membranas que contiene un líquido que lo acompañará hasta el nacimiento (líquido amniótico).