Las casi 43.000 botellas de vino y cerca de 2.000 de otros licores que las instituciones europeas almacenan en sus bodegas se han convertido hoy en una cifra más de las muchas que circulan en la cumbre de líderes europeos que trata de cerrar un presupuesto austero a siete años vista.
Con unas cuentas sobre la mesa que rondarán el billón de euros, el dinero que las instituciones gastan cada año en sus reservas alcohólicas no pasa de ser una anécdota, pero una que gana importancia cuando la utiliza el "New York Times" y que ha provocado resquemor en la Comisión Europea (CE).
El uso de esos datos por parte del diario estadounidense, que abre con ellos su crónica sobre la reunión de jefes de Estado y de Gobierno que se celebra en Bruselas, es calificado por fuentes del Ejecutivo comunitario como "deshonesto".
Las fuentes dijeron a Efe que no critican las cifras -que de hecho han facilitado las propias instituciones-, sino el momento, cuando los Veintisiete tratan de definir el presupuesto para los próximos años.
La realidad, en todo caso, es que entre el Consejo de la UE y la CE acumulan unas 42.700 botellas de vino, según ha indicado en los últimos meses el Ejecutivo europeo en respuesta a preguntas de un eurodiputado.
En concreto, el Consejo tenía en mayo pasado 27.223 botellas de vino y 1.035 de otras bebidas alcohólicas, que sirve en reuniones y recepciones oficiales.
La Comisión, por su parte, contaba en julio con unas 15.566 botellas, de las cuales el 68,5 % eran de tinto, el 10 % de blancos y el 21,5 % de espumosos.
Además, guardaba casi un millar de envases de otros licores.
"Es algo totalmente normal", señalan fuentes europeas consultadas por Efe, que recuerdan que todas las administraciones del mundo cuentan con bodegas para sus actos oficiales.
Las de la UE, añaden, son "bastante modestas" en comparación con las de otras instituciones.
Según el Consejo, la botella más cara de su reserva tiene un precio de 38 euros, mientras que la más barata costó 4 euros.
En el caso de la Comisión, los precios van de los 2,78 a los 48,90 euros, con una media de 15 por botella, lo que sitúa el valor de la bodega en unos 260.000 euros.
Una parte de esos vinos, además, son caldos baratos que se venden en la cantina de la institución, con lo que se recupera parte del dinero.
Para 2012 Bruselas tiene un presupuesto de unos 36.000 euros para vino y de unos 2.300 para licores, según datos facilitados por el vicepresidente de la CE Maros Sefcovic.
El Consejo gastó en 2011 una cifra parecida, tras una progresiva caída del presupuesto para alcohol, que en 2009 fue de 90.000 euros.
En comparación, el Elíseo francés gasta cada año unos 250.000 euros en su bodega, según un libro publicado por el diputado René Dosire.
Las instituciones europeas comenzaron a desarrollar sus bodegas en los años 70 y, habitualmente, se proveen de vino joven directamente de productores y mayoristas de la Unión para dejarlo madurar y obtener mejores precios.
El debate sobre los gastos administrativos y de protocolo estará a buen seguro hoy en las discusiones de los líderes de los Veintisiete, pues algunos como el primer ministro británico, David Cameron, ya han advertido de que quieren un recorte importante en esa partida.
Londres, como otras capitales, considera que los funcionarios europeos y las instituciones deben adaptarse a los tiempos y aceptar recortes como los que se han aplicado a escala nacional.
De momento, el anfitrión de la reunión, el presidente del Consejo Europeo, Herman van Rompuy, ofrecerá esta noche a los Veintisiete y sus delegaciones una cena tardía y fría -en comparación con los platos calientes y más elaborados de ocasiones anteriores- que hoy como siempre estará regada con caldos comunitarios.
Las instituciones, mientras tanto, defienden que ya se están apretando el cinturón y tratan de mantener un presupuesto que consideran necesario para atender a las cada vez mayores competencias que tienen.
Dentro de esas partidas, el gasto en bebidas no dejará de ser anecdótico, pero en tiempos de crisis, tampoco dejará de ser llamativo.