HISTORIAS
El portero

Redacción | DIAaDIA

No había en el pueblo peor oficio que el de portero de la farmacia. Pero ¿qué otra cosa podría hacer Juan? De hecho, nunca había aprendido a leer ni a escribir, no tenía ninguna otra actividad ni oficio.

Un día se hizo cargo de la farmacia un joven con inquietudes, creativo y emprendedor. El joven decidió modernizar el negocio. Hizo cambios y después citó al personal para darle nuevas instrucciones. Al portero, le dijo: A partir de hoy usted, además de estar en la puerta, me va a preparar un reporte semanal donde registrará la cantidad de personas que entran día por día y anotará sus comentarios y recomendaciones sobre el servicio.

Juan tembló, nunca le había faltado disposición al trabajo pero..... -Me encantaría satisfacerlo, señor - balbuceo - pero yo... yo no sé leer ni escribir. ¡Ah! ¡Cuanto lo siento! Pero señor, usted no me puede despedir, yo trabajé en esto toda mi vida. No lo dejó terminar... -Mire, yo comprendo, pero no puedo hacer nada por usted. Le vamos a dar una indemnización para que tenga hasta que encuentre otra cosa. Así que, lo siento. Que tenga suerte. Y sin más, se dio vuelta y se fue.

Juan recordó que en la farmacia, cuando se rompía una silla o se arruinaba una mesa, él, con un martillo y clavos lograba hacer un arreglo sencillo. Juan, ahora es vendedor de herramientas. Un día, decidió donar a su pueblo una escuela. El alcalde le pidió que firmara el libro de visitas de la escuela, pero Juan dijo que no sabía leer ni escribir. Me pregunto, dice el alcalde ¿qué hubiera sido de usted si hubiera sabido leer y escribir? Yo se lo puedo contestar - respondió Juan con calma -. Si yo hubiera sabido leer y escribir... sería portero de la farmacia.

Generalmente los cambios son vistos como adversidades.

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