Los piratas, algunas veces, son inseguros. (Foto: Maryorie Patiño / EPASA)
Nicanor Alvarado D.
| DIAaDIA
Era sábado, 630 p.m. y en la hilera para abordar un bus de la ruta Vacamonte- Panamá (Principal 2) en la Terminal de Transporte de Albrook, había más de 20 personas esperando.
Un transporte, de franjas azul y amarillo, hace poco se había ido, e inmediatamente, uno del mismo color ocupó su lugar. Todos los que aguardaban abordaron, y aproximadamente veinte minutos después, salió. La espera fue larga.
Dos sábados antes, el equipo de DIAaDIA se trasladó a Calidonia para utilizar un taxi "pirata", con dirección hacia Vacamonte. Aunque no habíamos terminado de llegar a la piquera improvisada, existían "llenadores" (quienes vociferan la ruta de las unidades), avisando el destino de cada unidad.
Reportero, fotógrafa y dos mujeres salían, menos de un minuto después hacia Vacamonte. En el auto, un sedán, el tema de conversación eran los "piratas"; que si el Gobierno debe prohibirlos o si debe legalizarlos, se escuchaba a menudo.
Los sistemas contrastaron a la llegada. En el bus, en el que iban personas hasta de pie, llegamos a las 7: 38 p.m. a la entrada de Vacamonte, y nos recibió la algarabía de los arraijaneños, que con unidades policiales, realizaban una actividad para alejar a la delincuencia de la violencia. El costo por transportarnos hasta allá fue de 50 centésimos.
Entre el momento en el que llegamos a la Terminal y en el que nos bajamos, tardamos poco más de una hora.
En tanto que, el "pirata" nos dejó en la comunidad, aproximadamente 20 minutos después de salir de Calidonia, y por transportarnos, se pagó un dólar.