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Noriega regresa 22 años después humillado y derrotado


EFE - DIAaDIA

El que fuera hombre fuerte de Panamá entre 1983 y 1989, Manuel Antonio Noriega, regresa a su país, del que fue llevado, humillado y esposado de pies y manos, por las fuerzas militares estadounidenses que lo invadieron para capturarlo. La justicia de Francia, donde Noriega cumplió la última etapa de su largo peregrinar de casi 22 años por cárceles y juzgados que comenzó cuando el 3 de enero de 1990 se entregó al Ejército de Estados Unidos, aprobó hoy su extradición a Panamá, algo que, según sus abogados panameños, debe producirse a mediados de diciembre.

El exdictador, con 77 años y aquejado de problemas de salud tras sufrir hace cinco años un accidente cerebral vascular, muestra ahora una imagen muy diferente a la del jefe militar que a finales de los años 80 se atrevía a retar al presidente de EE.UU. George Bush y a su Ejército, pese a su presencia permanente por entonces en Panamá. En ese entonces, Noriega estaba en la cúspide del poder, alentado por una cohorte de incondicionales que, según quienes lucharon entonces contra la dictadura militar, aprovecharon para enriquecerse a su costa y a costa del dinero de todos los panameños.

La Panamá que ahora se encontrará Noriega es también muy distinta a la que dejó hace más de veinte años, más moderna y desarrollada, y en ella conviven quienes entonces lo apoyaron -muy pocos lo reconocen-, quienes padecieron la represión, y una nueva generación de jóvenes que no sufrieron la dictadura y apenas saben de ella. Nacido en la ciudad de Panamá en el seno de una familia humilde el 11 de febrero de 1935, según su registro en el Seguro Social, aunque otras fuentes dan como año de nacimiento 1934 o 1938, Noriega asistió a una escuela pública y obtuvo una beca para estudiar milicias a la famosa academia militar del Chorrillo, en Perú.

A su regreso, en 1962, se alistó como teniente en la Guardia Nacional, donde empezó una carrera meteórica ayudado por su astucia y oportunismo, especializándose en guerra psicológica, contrainsurgencia y lucha contra el narcotráfico. En 1968 apoyó el golpe militar que llevó al poder al general Omar Torrijos y dos años después, en agradecimiento a su lealtad a la hora de sofocar una conspiración contra Torrijos, fue nombrado responsable del servicio de inteligencia: el temido G-2. Tras la muerte de Torrijos, en 1981, en un accidente de avión del que siempre hubo sospechas de que pudo haber estado atrás, aunque nadie pudo demostrar nada, Noriega se disputó el poder con el general Rubén Darío Paredes, entonces jefe de la Guardia Nacional.

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