HEURISTICO
Afectos y mentiras

David Robinson | DIAaDIA

"En definitiva, lo que nos ocurre es que no queremos ver lo que es evidente, que el afecto y el cuidado son una misma cosa y no dos hechos separados (uno espiritual y otro material). El afecto, sin el cuidado, la protección y la enseñanza, no sirve para nada, es un simple espejismo, un engaño".

M. P. González

Hoy día podemos, sin ningún resquemor de errar médicamente, calificar a la violencia intrafamiliar de epidemia. El número de casos publicitados va en aumento, y nada indica que va a ocurrir lo contrario.

¿Qué estará pasando? ¡Nada nuevo! Excepto la intervención de los medios masivos de comunicación social, la violencia a lo interno de la familia siempre ha existido. Antes había mayor represión e imperaba el adagio: "los trapos sucios se lavan en casa". Entonces, ¿por qué quienes están llamados a tenerse afecto terminan agrediéndose? Esta pregunta está mejor.

Me parece que todo parte de unas definiciones equivocadas del afecto, el cariño y el amor. Hay muchos mitos alrededor de estos famosos conceptos. Enamorarse, ser simpático y habilidoso con las palabras, los gestos y en el sexo, tienen tan poco que ver con el afecto; por suerte, si se cumplen previamente otras condiciones, las destrezas mencionadas son el complemento perfecto para el amor. Entiéndase bien, complemento, no núcleo.

¿Y cuáles serán esas otras condiciones? Son tan simples, que es fácil suponer que son universalmente conocidas, aceptadas y acatadas. Sin embargo, los hechos parecen apuntar lo contrario. Nadie que arremete a golpes, físicos o psicológicos, a otro ser, ama a ese ser. Nadie que descuida a un ser y lo expone a situaciones de riesgo, le tiene cariño a ese ser. Nadie que calla lo que un ser necesita oír, le tiene afecto a ese ser. Ama quien cuida del ser amado, no aquél a quien le combina la camisa con el color de sus zapatos. En cuidar y proteger están el afecto, el cariño y el amor.

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