Cuentan que cierto hombre estaba perdido en el desierto, a punto de morir de sed. Mirando alrededor, vio una bomba muy vieja y oxidada. Él se arrastró hasta allí, agarró la manija, y empezó a bombear. Desanimado, cayó postrado hacia atrás y notó que al lado de la bomba había una botella. La miró, la limpió, removiendo la suciedad y el polvo, y leyó el siguiente mensaje: "Primero necesitas preparar la bomba con toda el agua de esta botella, mi amigo". Pdta.: "Haz el favor de llenar la botella otra vez antes de partir".
El hombre arrancó la rosca de la botella y, de hecho, tenía agua.
La botella estaba casi llena . De repente, él se vio en un dilema: ¿Qué debería hacer? ¿Volcar el agua en la vieja bomba y esperar el agua fresca y fría, o beber el agua vieja y salvar su vida?
Con temor, el hombre volcó todo el agua en la bomba. Enseguida, agarró la manija y empezó a bombear... y la bomba empezó a chillar. Y la bomba chilló y chilló...
Entonces surgió un hilito de agua; después un pequeño flujo, y finalmente agua en abundancia. La bomba vieja y oxidada hizo salir mucha, pero mucha agua fresca y cristalina. Él llenó la botella y bebió hasta hartarse. La llenó otra vez para el próximo que por allí podría pasar, la enroscó y agregó una pequeña a la ya existente: "¡Créeme, funciona! ¡Necesitas dar todo el agua antes de poder obtenerla otra vez!"