Desde los ocho años se dedica a la buhonería, y afirmó que si volviera a nacer, le gustaría realizar la misma actividad vendiendo cortes de tela para pantalones de vestir.
¿A qué se debe ese apego de Andrés Lee González? Pues, no es para menos, ya que este panameño logró con esta actividad mantener a sus 12 hijos, hoy día 7 de ellos terminaron su carrera universitaria y el resto trabaja en otras actividades informales.
El señor Andrés recordó con alegría los años 70, cuando empezó a dar sus primeros pininos en el vasto campo de la buhonería.
Mientras relataba su vivencia, miraba a lo lejos y sus ojos brillaban y se sonreía. Luego observó fijamente aquellos balcones y callejones de la calle 15 Este de Santa Ana y la avenida Central, donde se ubica su puesto de venta.
Dijo que a los 15 años sus amigos y conocidos lo ubicaban allí en su oficina imaginaria. En ese lapso trabajaba para ayudar a su madre y estudiaba, afanosamente su bachiller en Letras en el Instituto Nacional.
"No continué mis estudios porque empecé a hacer hijos, antes de graduarme ya tenía el primero", comentó reservándose una carcajada ante la impresión que nos dio.
Comentó que reside en San Felipe y que, actualmente, sólo tiene un surtidor de telas, por lo que él vende dichos cortes a 5 y 6 dólares. Añadió que una de sus grandes desventajas es la globalización, que se refleja en la venta de ropa más barata en los almacenes.
Entre sus anécdotas está el conocer al General Omar Torrijos cuando apenas era subteniente y andaba de ronda por la avenida Central. En ese tiempo, la buhonería estaba prohibida en dicha zona, pero le dio varias oportunidades al sorprenderlo en sus ventas.
Uno de los grandes legados que heredó de esta actividad, es el trato con la gente y ganar muchas, pero muchas amistades.
AMISTAD
Andrés comentó que hace algunas rebajas a sus clientes frecuentes.
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