En San Miguelito, las parrilladas no sólo sirven ron, también dan, y a domicilio, bulla y más bulla. Frente a Los Andes #2 hay algo muy parecido a una disco, que cuando se prende el ruido llega hasta las casas, como lo denuncia la señora Rosa.
Para colmo, los carros no caben y tienen que estacionarse en la orilla de la calle, poniendo en peligro la vida de los usuarios de la vía y de los parroquianos que salen con dos traguitos de más y caminan dando de tumbos. ¡Cuidado con una tragedia!
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