¿Sanatorios o asilos?
Instalaciones del INSAM. (Foto: Zenaida Vásquez / EPASA)

Zenaida Vásquez y Didier Hernán Gil | DIAaDIA

Inhumano. Cuando una persona ingresa a un hospital, espera la atención de los médicos y de su familia para poder superar la enfermedad. Pero, ¿qué pasa cuando son pacientes mentales y, aunado a ello sus parientes los registran con nombres falsos para después abandonarlos?

Esta es la realidad del Hospital Anita Moreno, en Los Santos y del Instituto Nacional de Salud Mental (INSAM) en la capital, donde hay 250 pacientes, de los cuales muchos han sido olvidados y han hecho del centro médico su casa.

TRISTEZA

Un ejemplo vivo es Benigno Quintero, de 66 años, oriundo de la Candelaria de Pesé, quien sufrió un derrame cerebral, pero sus familiares lo abandonaron allí y nunca se ocuparon de él.

Como Benigno hay 50 pacientes que podrían regresar a sus hogares y no pueden, pues según el doctor Carlos Córdoba, director del Anita Moreno, "ellos no tienen problemas mentales y se encuentran allí porque los familiares no los aceptan en sus casas".

Córdoba aseguró que 70 pacientes no pueden ser reubicados con sus familiares, porque su padre o madre ni siquiera existen, mientras que el resto sí, pero cuando "la trabajadora social busca al familiar en un lugar determinado del país, resulta que esa persona nunca nació o vivió allí, ya que la información fue totalmente falsa".

Advirtió que le preocupa la situación actual en el hospital, pues ha sido tomado por muchas personas como un Asilo de Ancianos, ya que abandonan a sus parientes y nunca vuelven a verlos.

ESTUDIO ALARMANTE

El panorama para estas personas no es nada halagüeño, pues a su "enfermedad" se le suma el poco importa de su familia.

Córdoba afirmó que se realizaron dos estudios entre 1995 y el 2004, que dieron como resultado que entre el 60% y 65% de los pacientes no recibieron visitas en los últimos 10 años.

LLUVIA DE PROBLEMAS

Se pudo conocer que en el Anita Moreno, en 1973, aunque se inauguraron talleres de terapia ocupacional como una opción al tratamiento intrahospitalario, continuaban los problemas como la convivencia de pacientes de ambos sexos, con patologías agudas crónicas y personas ancianas en los diferentes pabellones.

En tanto, en 1974, a consecuencia de una denuncia liderada por la Iglesia Católica, acerca de las violaciones a los derechos humanos de los internos de este hospital, se procedió a separar a los pacientes según su sexo.

Por otro lado, pese a que en 1981 se crea la Unidad de Cuidados Intensivos de Psiquiatría con una capacidad de 10 camas y se inauguran tres pabellones especializados, prevalece en esta institución el hacinamiento y se perciben deficiencias en los tratamientos. Esta información fue recopilada también en el libro Desarrollo de la Salud Mental en Panamá, que fue presentado hace poco.

HISTORIA

El pabellón con Pacientes de Salud Mental en el Anita Moreno fue creado en el año de 1972. Desde esa fecha fueron trasladados 400 pacientes del Matías Hernández (actual Instituto de Salud Mental). Hay algunos que tienen más de 45 años de estar en hospitales de salud mental.

Si allá llueve...

El mismo problema se registra en la capital, pues de acuerdo con la doctora Juana Herrera, directora nacional del INSAM, el censo de pacientes esta semana registró 130 internos, de ellos, 60 fueron abandonados por sus familiares.

Aclaró que no todas las personas que asisten al INSAM son considerados como "enfermos psiquiátricos", pues también se atienden a personas con diferentes tipos de adicciones como: los ludópatas (adictos a los juegos de azar), adictos al cigarrillo, drogas, sexo, medicamentos, a la Internet y hasta con trastornos de alimentación.

PARTICULARIDADES

Explicó que hay dos tipos de pacientes: los hospitalizados de vieja data o crónicos y los de enfermedades agudas. Estos últimos, dependiendo de la patología, pueden estar hospitalizados hasta un máximo de 30 días, pues ese fue un compromiso que se adquirió con la Declaración de Caracas de 1990, donde se determinó que estos individuos deben estar con sus familiares o en su comunidad.

Enfatizó que con la declaración se acordó que en un hospital psiquiátrico se busca el equilibrio mental del paciente y luego debe volver a su entorno social.

En tanto, el otro tipo de pacientes es atendido en el Centro de Estudios y Tratamientos de Adicciones (CETA). A este grupo pertenecen pacientes con esquizofrenia, trastorno afectivo bipolar, depresiones severas con síntomas psicóticos, ansiedad generalizada y jóvenes con conducta riesgosa.

Narró que a partir de 1990 inició la evolución de la salud mental en Panamá, pues se asumió la Declaración de Caracas. Lamentó que históricamente se piensa que los pacientes con enfermedades mentales había que dejarlos en un "manicomio", como se le llamaba a estos sitios hasta inicios de 1990. Para otros era un depósito, asilo o área de cuidados a personas que no se querían en casa.

¿QUIEN PAGA POR ELLOS?

El Estado, a través del Ministerio de Salud. Herrera precisó que el último estudio de gastos por cada paciente es de 1, 800 dólares. Si calculamos por los 60 pacientes abandonados, al mes serían 108 mil dólares y al año 1 millón 296 mil dólares.

¿Por qué los trasladaron masivamente?

Una fuente de esta entidad manifestó que el 22 de mayo de 1972 fueron traslados los primeros pacientes de psiquiatría del Matías Hernández al Hospital Anita Moreno, pero no porque a nadie le importaba, sino con la intención de que estos pacientes, en su mayoría de Chiriquí, Veraguas, Coclé, Herrera, estuvieran cerca de sus familiares y hogares. Sin embargo, la realidad de la mayoría de la población de estos dos centros hospitalarios es contraria, porque los han abandonado.

REFERENTE HISTORICO

Treinta años atrás, el Anita Moreno era un hospital de concentración para las provincias centrales de Panamá, con una sala para mujeres, dos para hombres, y una capacidad de 100 camas cada una. En las décadas de los años 70, 80 y 90, prevaleció un modelo de atención custodial donde el hacinamiento era endémico. Los tratamientos a los pacientes se basaban en la administración indiscriminada de psicofármacos, electro-shocks y terapia laboral.

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