¿Cómo vamos a sobrevivir sin alimentación de aquí a un año? Esa es la gran interrogante que ocupa la mente de los moradores de Lajas Blancas, luego que el pasado 17 de septiembre el río Chucunaque, uno de los ríos más grandes de la provincia de Darién, se salió de su cauce y arrasó con la mayoría de las fincas de plátanos, arroz, ñame, maíz y otros rubros que son la principal entrada económica de estos indígenas.
Y después de esta amarga experiencia, donde algunos también perdieron sus casas, los comarcanos prevén una hambruna en esta comunidad si no se organiza un plan de emergencia autosostenible, hecho que consideran sería catastrófico.
Según el gobernador de la Comarca Emberá, Lino Güainora, la ayuda que están recibiendo de alimentación por parte del gobierno central podrá durar unos 20 días; sin embargo, en ese tiempo sólo el río habrá vuelto a su cauce, si no persisten las lluvias, luego tendrían que empezar de cero y esperar de nueve meses a un año para volver a cosechar. No obstante, ya no contarán con las semillas, pues estarán podridas por estar tanto tiempo bajo el agua.
JUEGA VIVO ENTRE LOS COMARCANOS
Y es que esta mala práctica está por todos lados.
El gobernador Emberá señaló que algunos comarcanos han ido a retirar mercancía que no ha llegado al centro de acopio, ubicado en la Policía de Metetí. Por esta razón los "nocoras", dirigentes comunitarios, están siendo más rígidos en la distribución de las donaciones.
NECESIDADES Y LUJOS
En Lajas Blancas, al igual que en el resto de las comunidades afectadas, no sólo necesitan una ayuda temporal, sino también les urge medicamentos y agua potable.
Las inundaciones han dejado contaminado todo a su paso, pues el río ha arrastrado toda clase de desechos, especialmente animales muertos, combinados con el desbordamiento de las letrinas y otros desechos.
Es por eso que un grupo de voluntarios de la Cruz Roja se ha dado a la tarea de llevar agua potable a este poblado con sus propios recursos para evitar un brote de epidemia.
Los moradores de Lajas Blancas gozan de un nuevo Centro de Salud con buenas infraestructuras, pero en su interior no hay ni una sola pastilla para el dolor. Y para justificar la presencia de este Centro de Salud, lo han convertido en un albergue temporal para los damnificados, que al igual que la escuela del lugar, por suerte no fueron afectados.
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