Ayer terminó la XXIV versión de la Vuelta Ciclista Internacional a Chiriquí, dejando una especie de trago amargo entre los organizadores, pedalistas y la fanaticada chiricana y panameña en general.
El giro que otrora se constituía en uno de los eventos deportivos más importantes en el ámbito nacional, dada la competitividad del mismo por la participación de atletas de gran renombre nacional e internacional, volvió a pasar desapercibido.
La poca asistencia de público a los puntos de partida y llegada, así como a los sitios por donde pasaba la caravana de ciclistas, se hizo notar una vez más.
Y es que, tal y como ha venido ocurriendo en los últimos años, los atletas nacionales, con excepción de Jair Suira, concluyeron su recorrido sin pena ni gloria.
Esto, señores, indica que a partir de ahora habrá que unificar esfuerzos y trabajar duro, si no se quiere ver desaparecer este evento.
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