Carruseles...

Redacción | DIAaDIA

Cuando a José María lo engañó su mujer, en lo primero que él pensó fue en irse de la casa. Huyó del dolor y de la mirada burlona de los vecinos.

El divorcio fue rápido pues, para no herir a sus hijas, no esgrimieron la causal del adulterio, y prefirieron la manoseada e hipócrita fórmula del mutuo acuerdo. Ella se fue con el otro tipo y él, con el tiempo, se consiguió a alguien que le secara las lágrimas.

Para que no hubiese más enredo, José María y su ahora ex mujer acordaron en privado una suma equis para pensión de las niñas.

Hasta ahí, el cuento es común, como muchos que uno se encuentra por racimos en la calle. Al menos eso creía yo, si no fuera porque José me soltó hace poco el rollo completo.

Resulta que el otro tipo, el que le robó la mujer, también estaba casado, y de su respectivo divorcio salió maltrecho, sin un quinto, y le toca a la ex esposa de José María mantenerlo. Ya que el dinero se les va como agua entre los dedos, ahora le interpusieron a José María una demanda con la idea de quitarle una elevada pensión que les equilibre a ellos el presupuesto. Como no hay nada escrito sobre el dinero que él hasta ahora le ha dado a sus hijas, el pobre está a punto de quedar en la calle.

Pero José, aunque se preocupa, tiene un as bajo la manga: Me dijo -con una risita malévola en la boca- que la que ahora es su compañera también tiene un ex marido, ¡y ya lo tienen en la mira para quitarle plata...!

A ese ritmo se mueve ese carrusel de espinas en las familias panameñas. Es un círculo apestoso. Si me quitan, le quitamos al otro, como quien mete un platillo de cerveza bajo la pata de la mesa coja para evitar que se tambalee.

Lo que me atemoriza es que el circulo crezca, y un día de estos sea a mí a quien le caiga la teja, y tenga que sacar reales para mantener a un par de avivatos.

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