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Un perezoso que no se dejó salvar
Por un momento llegó a agarrar la cuerda, pero mostró resistencia para bajar. (Foto: : ROBERTO BARRIOS / NORIEL GUTIÉRREZ)

Maryorie Patiño Jaén | DIAaDIA

Bajo la penumbra de la noche, acechado por el desarrollo urbano e incluso por la presencia del hombre, un mono perezoso vagaba por las calles de la ciudad en busca de comida. Esto sucedió el viernes en la noche, cuando muchas personas lo vieron, pero a pesar de los esfuerzos, nadie pudo ayudarlo. Ayer en la tarde, transportistas y transeúntes de la Avenida Ricardo J. Alfaro llamaron a las unidades de Elektra Noreste para avisar que había un animal peludo de color chocolate, guindado del tendido eléctrico. Se trataba de aquel mono de ojos pardos y expresivos, que aún descansaba en el alambrado.

Minutos más tarde, con una escalera lo suficientemente larga, una vara de plástico y una soga llegaron las personas que lo bajarían y le salvarían la vida. Pero él no lo sabía.

Por encontrarse fuera de su hábitat, a medida que pasaba el tiempo se acercaba más al final de su soporte, en busca de refugio, sin conocer el peligro al que se exponía.

Asustado por la multitud, aquel mono aferró sus garras a las cuerdas de metal que lo sostenían y esquivaba un artefacto que estremecía el cableado y lo hacía perder el equilibrio. Fue amarrado por una pata, y en varias ocasiones sujetó la cuerda; sin embargo, no quería bajar. Algunos curiosos se oponían a que lo halaran por miedo a que lo maltrataran.

Este incidente ocasionó un congestionamiento vehicular. Después de una lucha incansable, los espectadores, algunos desde sus carros, otros a la orilla de la calle, estaban desconcertados, ya que las esperanzas de verlo a salvo eran cada vez menores, porque el mono llegó hasta los transformadores y los rescatistas no podían tocarlo.

Pasaron unos segundos antes de escuchar el estruendo que ensordeció a casi 20 personas que esperaban expectantes en el lugar. Fueron 13 mil voltios de energía los que provocaron un estallido en el aire, y en el pavimento cayó un cuerpo rostizado. El indefenso y peludo mono perezoso había muerto, en medio de los gritos de terror y dolor de los espectadores.





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