Hay que aprovechar este tiempo para encontrar la paz y hacer un cambio positivo en nuestras vidas. (FOTO: Cortesia / EPASA)
Agustín Ruiz
| CMF
El domingo 28 de noviembre entramos en un nuevo año en la liturgia de la Iglesia, que nada tiene que ver con la propaganda comercial.
Adviento es una palabra, y sobre todo una realidad, que está perdiendo sentido en nuestro tiempo. Adviento a mucha gente no le dice nada, y es algo que tiene que ver con todos y cada uno de nosotros. Es de vida o muerte.
En los ritos litúrgicos de la Iglesia tiene una importancia primordial, porque es el primer tiempo con el que comenzamos el Año, no el civil (2011), sino el Año litúrgico, que se adelanta casi un mes al comienzo del año nuevo.
El tiempo del Adviento nos prepara para la Venida real del Señor Jesús, el Hijo de Dios, al final de los tiempos y a la Venida en carne mortal en la gran Fiesta de la Navidad.
Uno de los misterios cristianos más grandes es lo que llamamos el misterio de la Encarnación, palabra un tanto extraña, pero que significa la acción de Dios para llevar a cabo la obra de la Redención de todos los hombres de todos los tiempos. Casi es nada.
Dios todopoderoso, omnipresente y misterioso, invisible, que se hace visible a los ojos de la humanidad para salvarnos de los pecados, que hemos hecho y hacemos los hombres desde el comienzo del mundo hasta el momento presente. Dios invisible se encarna, asume nuestra carne mortal, para hacer lo que ninguno de nosotros ha podido hacer jamás, salvar a todos los hombres, perdonar el pecado de todos los hombres. Para esto se requería la intervención poderosa de Dios.
No es verdad aquello de "sólo el pueblo salva al pueblo".
Sólo Dios hecho hombre salva al hombre, salva al pueblo. Esa es nuestra fe cristiana y católica. Para esto el Hijo de Dios, la segunda Persona de la Santísima Trinidad, increado y existente desde toda la eternidad, nace en el tiempo, "en la plenitud de los tiempos", para someterse a una vida humana, desde su Nacimiento en Belén (Navidad), su vida sencilla y humilde en Nazaret, su vida pública los tres últimos años, su Pasión, Crucifixión y Muerte y su gloriosa Resurrección.
La espera del Señor
La Iglesia nos ayuda durante casi un mes a vivir a la espera del Señor, que viene a nuestra vida para revivirnos y realizar, cuando Él lo disponga, el acto público social más importante que está pendiente: el Juicio soberano de Dios a todas las naciones en un acontecimiento grandioso, definitivo y escatológico, reparando todas las injusticias de los hombres, que pondrá punto final a la Historia de la Humanidad.
Es una lástima que todo esto queda opacado por la insistente propaganda comercial, que ya ha comenzado, obligándonos casi a participar en un derroche de gastos económicos, que pocos bolsillos pueden aguantar. Y después... la cuesta de Enero.
Aprovechemos este tiempo del Adviento que nos regala la Iglesia para entrar en un remanso de paz espiritual y de cambio de vida, que nos preparará para recibir los dones de Dios en su última Venida y a recibir al mismo Dios, hecho Niño recién nacido, en la noche santa de la Navidad.
ADVIENTO
Significado
Corona
Durante el Adviento se coloca una corona de ramas de pino, con cuatro velas, una por cada Domingo de Adviento.
VELAS
A cada vela se le asigna una virtud que hay que mejorar en esa semana: el amor, la paz, la tolerancia y la fe.