Una de las mayores tristezas de una persona es dejar su pueblo natal, en busca de un mejor futuro.

Esa es la historia típica de miles de personas que emigran a la capital para lograr éxitos en su vida, que muchas veces no se encuentra en el tan querido pueblo.

Pedro Ávila, un laborioso ocueño, pasó por esa experiencia. Por dicha, en la capital, formó una feliz familia y es un exitoso comerciante a menor escala.

En los predios del puente de San Miguelito, junto a otros humildes panameños, tiene desde hace seis años dos puestos de venta de frescas verduras y vegetales.

"Antes vendía piña de La Chorrera en el Mercado de Abastos, pero el negocio dejó de ser rentable y unos amigos comerciantes me alentaron a entrarle al negocio", dijo.

Afortunadamente, le ha ido bien y con afán y tesón espera este mes, ya que es el mejor para el comercio en el año.

SU ACTIVIDAD

Recibe diariamente unos 300 clientes que le compran desde papas hasta habichuelas y, generalmente, visitan los grandes comercios primero.

De sus años como mercader éste ha sido el peor, pero tiene fe en que el próximo mejore.

Su negocio le permite generar 8 empleos directos, cinco en el día y tres en horas de la noche, ya que este puesto no cierra.