Valor y dedicación. Con estas dos virtudes se puede definir la vida de Solangel Navarro de Bodkin, mujer que ha sabido dejar en alto la noble profesión de educador.

Ayer, a doña Solangel le fue entregada la orden Octavio Méndez Pereira por su incansable labor, en la que se destaca su faceta de maestra multigrado.

Recordó la educadora que impartir clases de primero a sexto grado en un solo salón y a la misma vez es difícil, porque hay que saber repartir el tiempo.

Otra de las batallas que tuvo que librar y que venció fue contra el cáncer de mama, gracias al espíritu aguerrido que adquirió por las condiciones adversas en las que trabajó por muchos años.

Uno de los retos más grandes y más lindos que enfrentó en su carrera fue cuando enseñaba en la escuela Venancio Fenosa Pascual de Chepo, época en la que llegó a sus aulas un niño sordo.

A pesar de que desconocía el sistema, la profesora aprendió el lenguaje de señas, ya que para ella era muy importante que su "alumno especial" recibiera los mismos conocimientos que el resto de los estudiantes.

Navarro finalizó la entrevista exhortando a los maestros: "Solamente entregándonos con amor lograremos un país mejor, lograremos formar jóvenes con valores, ciudadanos hombres y mujeres de bien", puntualizó.