
Los niños juegan en medio de las aguas. Entre lo poco tratan de ser feliz.
Foto: EVERGTON LEMON
Los niños juegan en medio de las aguas. Entre lo poco tratan de ser feliz.
Foto: EVERGTON LEMON
Los niños juegan en medio de las aguas. Entre lo poco tratan de ser feliz.
Foto: EVERGTON LEMON
Los baños dejaron de servir hace años.
En la parte de afuera se bañan las personas.
Los niños juegan en medio de las aguas. Entre lo poco tratan de ser feliz.
Foto: EVERGTON LEMON
Los baños dejaron de servir hace años.
En la parte de afuera se bañan las personas.
Los niños juegan en medio de las aguas. Entre lo poco tratan de ser feliz.
Foto: EVERGTON LEMON
Los baños dejaron de servir hace años.
En la parte de afuera se bañan las personas.
Los niños juegan en medio de las aguas. Entre lo poco tratan de ser feliz.
Foto: EVERGTON LEMON
Los baños dejaron de servir hace años.
En la parte de afuera se bañan las personas.
Los niños juegan en medio de las aguas. Entre lo poco tratan de ser feliz.
Foto: EVERGTON LEMON
Los baños dejaron de servir hace años.
En la parte de afuera se bañan las personas.
Ese es el caso de un grupo de familias que vive en tres barracas que están en Calle 22 La Porqueriza en Pueblo Nuevo.
Las barracas de madera están deterioradas por el tiempo, emparapetadas de cartón y un zinc donde cuando llueve se moja dentro del cuarto. Por debajo, de los cuartos pasa una corriente de agua que viene de un grifo comunal en donde se bañan todas las personas (algunos con ropa) frente a los demás, porque ya perdieron la pena.
Allí, debajo de un árbol de almendras, estaba sentado Iván Rodríguez, quien en una de sus manos tenía un "bate" de marihuana que no se inmutó en esconder ante los visitantes. Él dijo que trabaja en la construcción y lleva más de 10 años viviendo en el lugar junto a su esposa y cuatro hijos.
En cada pausa, soltaba una bocanada de humo, a la vez que pedía una mejor calidad de vida, pues como sus trabajos son eventuales no califica para una casa. Al lado de este hombre estaba Kenia de Atencio, quien consigue el sustento de su hogar a través de la venta de cobre, para mantener a sus hijos.
En medio de esta entrevista, estaba también una mujer bañándose en ropa y al otro lado un adolescente en calzoncillos, ninguno de los dos mostró un mínimo de pena, incluso conversaban con el resto de los presentes.
Moradores de esta comunidad, manifestaron que los residentes de las barracas llegaron para entre los años 1974 y 1975, procedentes de diferentes fuegos ocurridos en San Miguel, Río Abajo y la Boca Town.